
El cielo pinta gris sobre los tejados mientras la lluvia golpea nuestras frentes y nuestros rostros para traernos las gotas más sinceras a la necesidad de esta tierra.
En estas tardes que la naturaleza nos regala de vez en cuando, se hace más preciso que nunca detenerse a reflexionar sobre la huella y el camino.
Pesa la tarde como una losa sobre nuestras cabezas mientras llovizna amor desde los cielos. Bajo el paraguas deambulo las calles sinuosas de mi querida La Solana y en la penumbra de sus recodos descubro el silencio más perfecto para llenarme por completo el instante en el que habito.
Hay tardes sin fecha y días sin calendario en los que es mejor dejarse llevar.
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