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domingo, 30 de septiembre de 2012

Poemas para vivir cada día

Hay tardes sin fecha

Hay tardes sin fecha
y días sin calendario
en los que es mejor dejarse llevar.
Sentir los rayos del sol quemándome en la nuca
mientras los niños corren por el parque
y un libro de poemas me sostiene en pie
desde las manos.

Hay tardes con fronteras insalvables
y vallas de espino en la mirada.
Tardes sin sentido en mitad de la semana
que nos sorprenden al llegar el mediodía.

Son tardes como ésta en la que escribo
un poema de amor de ras del viento
y preparo meriendas a mis hijos
con el último verso en la cocina.

Son tardes que me llaman y me gritan
con la voz del silencio en las esquinas.
Tu mirada queriéndome encontrarme.
Y mi verso perdiéndose en buscarte.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

En los pliegues de tu falda


En los pliegues de tu falda
todos mis sueños
-aleteo sutil de mariposa
que me incendia el deseo-.

Tus rodillas al viento,
inaccesibles a mis  manos,
consuelan a mis ojos.

Y el inicio de tus muslos
dejándose ver a cada vuelo
me excitan por completo
con su roce sincero.

Es tu gracia pueril
cuando mueves las caderas
el volcán más intenso.

Y tu edad adolescente
un hilván en el tiempo
cuando pasas a mi lado.

En los pliegues de tu falda
nuestra pubertad hambrienta.

martes, 11 de septiembre de 2012

Poemas para vivir cada día

He dejado de entenderlo casi todo



He dejado de entenderlo casi todo
y sin embargo sigo aquí
mirando al frente
con el ímpetu de un inconsciente
que empuja sin sentido.

El lastre que soporto es mi castigo.
Pensar en los demás
se ha tornado en espiral
que me atrapa
y que me envuelve
en el giro diario de la vida.

Pretendo tan sólo mejorar
un entorno colectivo
donde todos nos miremos a los ojos,
cara a cara en la mañana
-el relente mojando las pupilas
en un halo de luz que sólo es nuestro-,
para hacer de este paso la osadía
de pensar en la vida solamente.

Sigo solo
arrastrando la cadena indiferente
de los ojos que me miran.

No comprendo mi destino
y sus destinos
en mitad de la tarde.

A veces el camino se hace estrecho
y me deja vencido.

Mas no puedo cambiar a estas alturas
-mediada mi existencia-.

Y ya quisiera poder ser consecuente
con aquellos que sufren cada día.

Me quedo solo en plena luz de mi destino
en mitad de la gente.

Les grito a todos un verso de amor
y nadie se detiene en el camino.

Alguno que me mira
y yo le miro
mientras le arrastran los pies.

Estoy aquí.
Vayamos juntos.
Hagamos que la senda sea de todos
vereda en el encuentro.

No puedo decaer.
Hay quienes ya me quieren comprender.

Estoy cansado en este instante.
Recorrer así los días es más que sofocante.

Me quedo solo.
Estás conmigo en el halo de luz de mi castigo.
La conciencia sincera que me ayuda
a volver a comenzar cada alborada.

He dejado de entenderlo casi todo
y sin embargo sigo aquí cada mañana.