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domingo, 31 de julio de 2011

¿Qué necesitamos para ser felices?

IV

Nos pesaba la existencia
como una losa de mármol
en el día a día.

Hubiésemos querido vivir en el mañana
y evitar así el sufrimiento
del instante,
el paso del segundo sobre el rostro
que marca su destino.

Una angustia vital
nos hilvanaba el momento
y la ansiedad del reloj
nos irritaba los ojos.

Nos preocupaba el anonimato
en mitad del bullicio
y el tiempo (la vida) era una carrera
intentando conseguir cualquier prestigio
que a la vuelta de la esquina
yacería en el olvido.

lunes, 25 de julio de 2011

¿Qué necesitamos para ser felices?

III

Y el tiempo era la constante
-y a su vez la excusa-.

Nos faltaba el tiempo
para ser felices,
para contemplar una puesta de sol
en los brazos de la amada,
para atender la sonrisa de fruta
de los labios de un niño,
para abrazar la distancia
de un orgasmo en penumbras,
e incluso
para hacer el amor a la luz de una vela.

Llovía aquella tarde
sobre el alféizar de la ventana
y nos faltaba el tiempo
para ser nosotros.

Habíamos creado un mundo de individualidad
y soledades
de donde no era fácil escapar.

domingo, 17 de julio de 2011

¿Qué necesitamos para ser felices?

II

Nos faltaba el tiempo
para ser felices.
Hubiésemos agrandado la esfera
del reloj
si hubiéramos podido,
retardado el espacio de luz
y languidecido el cenit de la luna,
dilatado las estaciones
y prolongado la temporalidad de los años…

Nos faltaba el tiempo
para ser nosotros
y justificábamos su escasez
hipotecando los pequeños detalles
de la vida.

Acaso hubiese sido mejor
que no existiese la memoria
y todo fuese olvido.

domingo, 10 de julio de 2011

¿Qué necesitamos para ser felices?

Pretendo con una serie de poemas reflexionar sobre la búsqueda de la felicidad. Quizás hemos perdido el norte en los últimos años, interpretando que la felicidad se consigue solamente a través de los bienes materiales???


I

Teníamos todo para ser felices
y no éramos capaces
de aprovechar la circunstancia,
el instante
que fluía ante nosotros
con las ansias de ser aprovechado.
Por ende,
diluíamos la vida
en acaparar abundancia
y soledades,
sabiendo de antemano que todo
perecería también con nosotros,
que nos existe vanidad más grande
que soportar la existencia
en la falta de valores.

Y perdimos la fe una alborada
cuando el sol proyectaba en la ventana
una sombra de luz.