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jueves, 30 de diciembre de 2010

Vivir plenamente

Me ha ocurrido siempre y me vuelve a ocurrir una vez más. Cuando un año termina y uno nuevo está a punto de comenzar me debato interiormente en un estadio de contradicciones que me agota por completo.
¿Acaso he vivido como pretendía vivir o me he visto arrastrado por el vértigo y la inercia diaria hacia donde no tenía la intención de dirigirme?
Estoy convencido de que en más de una ocasión, en las bifurcaciones que el camino nos ofrece constantemente, he escogido la senda en lugar de la vereda.
Pero puedo constatar, así mismo, que la mayoría de las veces he vivido la vida con la intensidad que el instante nos ofrece.
Vivir plenamente está en la esencia del entedimiento de la vida. Y para ello, acaso necesitamos mucho menos de lo que consideramos.
Dejarnos llevar por el instante. Atrapar lo que el día nos ofrece. Sentirnos plenos en contacto con la naturaleza... ¿Acaso necesitamos más?...
Avanzo a través de un nuevo día
abrazando con fuerza la mañana.
El corazón henchido.La mirada pura y cristalina
para contemplar la luz en la ventana
y lontananza allende.
El olfato en el relente
y en la hierba mojada.
Respiro.
Huelo.
Contemplo y miro.
¿Qué más deseo?
Acaso la pasión y nuestro encuentro.
Eso lo tengo.

Me llenas el espacio en el que habito.
Me colmas en el amor cada momento.

martes, 21 de diciembre de 2010

Lazo negro

Una nueva víctima por violencia machista en Porzuna (Ciudad Real) eleva el número en España a 71 mujeres asesinadas en el año 2010.
Desde este blog quiero elevar mi voz de denuncia al viento de cada atardecer. Repudiar tan vil acción y pedir perdón por cada vida truncada a manos de "las personas que más las querían" y por cada persona matratada.
Esta sociedad necesita más que nunca de la complicidad de todos los ciudadanos y ciudadanas.
Necesitamos de la denuncia constante y continua para que actos tan denigrantes como este no se vuelvan a reproducir.
Ante todo, la dignidad de las personas; la dignidad y el respeto para poder crear juntos el más hermoso de los espacios.
Tenemos la urgencia de cimentar un mundo en igualdad, por el que nos dejemos los sueños a cada instante. Un espacio de convivencia y de amor en libertad donde seamos capaces de respetar los silencios privados necesarios para construir el día y los encuentros voluntarios.
A veces el corazón nos duele donde no tiene cura y la rabia contenida nos provoca lágrimas de angustia en las entrañas.

domingo, 19 de diciembre de 2010

He de vivir la luz del nuevo día

Un año más la Navidad hace presencia en nuestras vidas en estas fechas del calendario frías y lluviosas.
Haber llegado hasta aquí atravesando este año 2010 no ha sido sencillo. Pero lo más importante es que hemos procurado llegar todos juntos.
Cada cual tenemos nuestra propia percepción de los días y de la vida.
Con este poema os invito a reflexionar sobre lo que verdaderamente merece la pena cuando de lo único de lo que disponemos es del instante que se encuentra ante nosotros:

He de vivir la luz del nuevo día


He de vivir la luz
del nuevo día
con la plenitud del pensamiento.

Saber que no existe otro tiempo
más que el tiempo
que atrapo en el instante
del verso que me ocupa.

El momento es crucial.

El día,
lo único que tengo.

La huella en el camino
la dirección hacia la que pretendo dirigirme.

Y nada más.

Nosotros mismos cada segundo
con el cielo al descubierto,
sabiendo que el amor es el anhelo
para comprender la existencia.

No existe nada más que el instante.
Comprenderlo es vital
para saber vivir cada momento.

Mi aliento en la voz del sentimiento
y la esperanza siempre hacia delante.


Luis Díaz-Cacho Campillo

Feliz Navidad y
comprometido y solidario 2011

jueves, 16 de diciembre de 2010

Navidad

Siempre he imaginado la Navidad con mi percepción y mis ojos de la infancia, cuando de niño la Navidad era blanca y pura, tierna y húmeda; el llanto de un bebé en todos los pesebres del mundo mientras la luna acariciaba desde su altura las callejas de los pueblos escondidas bajo una niebla gris que torcía a su antojo el asfalto y la redención de la humanidad se hacía a cada momento un poco más palpable.

La Navidad siempre ha sido blanca en mi concepto de este tiempo. En realidad, raramente ha sido blanca en esta llanura que se extiende al infinito en pos del alcance de la vista; mas, sin embargo, mi particular noción de la Navidad no puede tener cabida en mi pensamiento sin la imaginación de los tejados blancos y el níveo manto que emana paz y sosiego cubriendo los surcos de los campos donde tantos hombres y mujeres se dejan cada año la esperanza en un mañana mejor.
Tampoco es posible la Navidad sin que dentro de mí, que abrazo la fe cristiana en la educación que recibí de pequeño y en el abandono de la práctica, el corazón entienda que ha de latir renovado para poder acoger en mi seno el adviento previo y la fe que no ha dejado en ningún espacio de habitarme y acompañarme a cada paso.

Y quién no afirmaría conmigo la Navidad como encuentro. La familia (toda) alrededor de las faldas de la mesa camilla sosteniendo en una única respiración y pálpito la emoción del momento. Jamás podrá borrarse de mi mente la Navidad y la infancia de cada uno de nosotros; cuando no existía más referente que mamá y papá y los hermanos todos (entonces éramos más en las familias que ahora) aún no entendíamos el concepto real de la hermandad. Posteriormente, el tiempo y la vida nos han ido haciendo comprender este significado desde la ausencia ya de algunos de los nuestros.

La Navidad también nos ha llevado a tener una percepción de los acontecimientos que normalmente ocurren a nuestro alrededor desde una óptica de intento de comprensión y de solidarización con los más desfavorecidos. Sin embargo, en esta próxima Navidad, en la que cada año uno es más consciente del vertiginoso paso del tiempo desde la referencia del crecimiento de los que nos rodean, queridos y queridas amigas y amigos, yo quisiera aprovechar la peculiar circunstancia que me brinda las hojas recicladas de este cuaderno para plasmar por siempre mi pensamiento compartido y mis deseos más sinceros con los propósitos de decenas de personas, que como yo, consideramos la Tierra como un espacio común donde existen los medios y los recursos en cantidad suficiente como para que la felicidad de todas las personas pudiese ser una realidad.

Y es que diciembre, la Navidad y los Reyes Magos, nos evoca a todos (niños, adultos y mayores) sensaciones únicas y privadas, irrepetibles en la memoria. Los más pequeños porque aguardan con ansiedad sus regalos; los adultos porque establecemos un vínculo de comunicación y de unión entre los deseos de los niños y las esperanzas de los mayores; y los mayores, porque anhelan cada día con todas sus fuerzas, llegar a mañana. Quizás sea este el verdadero espíritu de la Navidad: la mirada de luz de las pupilas de un niño, reflejada como un espejo en el rostro de paz de sus padres, y desde el amor más sincero de los mayores que contemplan la escena con el recuerdo en el instante y en la memoria.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La página en blanco

La pagina en blanco me reta desde su pureza a un nuevo encuentro. Varios días sin escribir en el blog se me hace demasiado tiempo, sobre todo porque después de estos dos meses de vida pareciera una falta de consideración a mis seguidores y una traición hacia el compromiso conmigo mismo.
Sin embargo, el vértigo diario me atrapa de tal manera que, a veces, me cuesta expresar las emociones que pretendo compartir.
Miro alrededor y diciembre me arrastra a velocidad de relámpago hacia el final de este complicado 2010. Y, no obstante, tengo la sensación de que todo ha pasado demasiado rápido; de que el concepto del tiempo se desborda en la línea albiazul de una sonrisa allende en lontananza.
Ser y existir. Estar y compartir. Amar y sentir. Anhelar cada mañana atrapar el segundo en el que habito con las ansias del descubrimiento y dejarme llevar por todo lo que acontece alrededor para empaparme por dentro el corazón de vida.
¿Qué más anhelo? Una mirada de sol en la pupila y un mundo en PAZ (sí, con mayúsculas) para sentirnos juntos.
Necesito escribir de lo cotidiano
porque en ello está la vida.

Necesito vivir en el detalle,
en la diferencia constante
de un segundo con otro.

Lo cotidiano nos inunda día a día
con su transcurrir sereno.

Sin embargo, a veces, nos dejamos llevar
por la inercia
de este flujo diario que nos empuja.
Y en el despiste del instante
no somos capaces de recapacitar
sobre lo grandioso del detalle
y de lo cotidiano.

Constantemente a nuestro alrededor
ocurren circunstancias
que con asiduedad nos pasan desapercibidas:
la brisa que acaricia tu sonrisa
al abrir el sol en la alborada,
el niño que nos mira en sus adentros
con ojos de sorpresa,
el coche que discurre por la calle,
un beso de amistad en una esquina
en labios de dos jóvenes…

Porque escribir de lo intranscendente
no es normal
ni tiene, acaso, sentido,
yo quiero desde ahora
vivir en los pormenores
que el instante me ofrece.

Si somos capaces de detenernos
y mirar con los ojos cristalinos
comprenderemos que en ello está la vida.

A veces bastaría tan sólo con saber escuchar
cómo suena el espacio que nos rodea
para entender que en lo inmediato
necesitamos vivir de lo cotidiano
para encontrar algo que nos sostenga
los versos que yo escribo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Capacidades diferentes

El día 3 de diciembre de cada año celebramos el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
La llegada de la democracia supuso un espacio para el entendimiento de los unos con los otros y la aceptación de las singularidades de cada persona.
Todas las personas tenemos capacidades diferentes. O dicho de otra manera, todos somos "discapacitados" en algún aspecto.
Indudablemente el lenguaje ha jugado un papel esencial en la aceptación y ha ido evolucionando y adaptándose con el paso del tiempo.
Recordemos que no hace tanto hablábamos de personas "subnormales" (adjetivo con connotaciones despectivas claramente); después los nombramos como personas "minusválidas" (incluso la LISMI aún conserva el calificativo) o utilizábamos el adjetivo "incapacitado o incapacitada". Antes incluso de ello las propias familias los escondían en el anonimato de la participación de su propio tiempo y espacio.
Ahora hablamos de "discapacidad" e integración; de plena participación en la sociedad. Y, en parte, es cierto, aunque todavía perduren resquicios aislados de exclusión.
Sin embargo no podemos detenermos ahí. Tenemos la obligación de avanzar en el lenguaje que todo lo conforma y lo llena.
Hablar de personas con capacidades diferentes quizás tenga más sentido. Es mucho más integrador. Nos abarca a todas las personas y nos diferencia en nuestra especificidad y en la capacidad particular de cada uno de nosotros.
El lenguaje lo dice todo. El comportamiento también.