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jueves, 28 de abril de 2011

Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el trabajo

El trabajo nos da la posibilidad de participar plenamente del tiempo y del espacio que nos ha tocado vivir.


Además no hace indepedendientes.


Por eso, al trabajo, al tajo, hay que ir a ganarse la vida no a perderla. La formación de los trabajadores es fundamental. La exigencia de los equipos de protección individual y de las medidas colectivas, la red a la que aferrarnos a la vida.


En mi experiencia como autoridad laboral no he sentido un dolor más intenso que cuando un trabajador sufre un accidente mortal. En el poema que acompaño intento atrapar esas dolorosas sensaciones:

Donde el corazón no tiene cura


Cada accidente laboral mortal
era un golpe de azada
en el corazón herido.

Profundizar en el conocimiento
de los detalles familiares
me horadaba la fortaleza
que la distancia pone.

Y llorar jamás fue suficiente
para hacerme olvidar
cada situación
y cada nombre.

A veces hubiese sido mejor
mantener el anonimato
que la razón impone,
y dejar de lado al corazón
que en cada latido
me hacía sentirme vivo.

Y a pesar de la sensibilidad
que creía perder
en la contienda política,
cada nueva muerte
volvía a ahondar
la profundidad de la herida
con la azada clavada
donde el corazón no tiene cura.

sábado, 23 de abril de 2011

Yo no se escribir de otra manera

Uno acaba, aunque no quiera, escribiendo de sí mismo; transmitiendo mensajes de su propia historia (pasada o reciente), experiencias y preocupaciones, anhelos y pensamientos en el giro de las frases, en la cadencia del discurso, en la configuración de los párrafos o en las metáforas más sinceras.


Sin embargo, intentamos desde la consciencia del que escribe, no despojarnos demasiado de aquello que pueda hacernos vulnerables ante los ojos de otros. Sabedores de que desnudarnos por completo nos deja indefensos del todo (si yo pudiese saber cómo piensan los demás podría adelantarme a sus acciones) buscamos la manera más sutil de ir dejándonos (literalmente) las prendas en entrelíneas sin llegar a quedarnos en cueros vivos e indefensos ante los días y la vida.


Ocurre también muy a menudo que volcamos pensamientos tal como fluyen a la mente sin, acaso, percibir que hablamos de nosotros mismos o de quienes nos rodean con demasiada claridad. Esta acción involuntaria, con toda seguridad que es la más peligrosa. Al no ser perceptores de lo que estamos haciendo, sin querer vamos exponiéndonos y exponiendo a cuantos nos rodean, sin tener conocimiento del daño que pudiésemos acarrearle.


Y además están los que vamos caminando día a día a pecho descubierto, con el corazón encima de la mano latiéndome los versos; sin ocultar ni ocultarme apenas nada, dejándome llevar del sentimiento. Y así voy caminando a través de los días, cuanto más me abro más débil me vuelvo. Debilitado estoy desde hace tiempo. Me expongo como soy, como me expongo pienso; y como si de un cristal se tratase es sencillo leer en mis adentros.


Pero yo no sé escribir de otra manera. Artificial es la vida en su contexto más global. A mí me quedan los instantes para poder ser yo al descubierto, sin mentiras ni circunloquios en las palabras y en las frases que van llenando esta cuartilla.


Uno acaba escribiendo siempre de uno mismo. Es inevitable. Sin embargo, hacerlo de una forma tan directa como yo lo vengo haciendo, ya no sé siquiera si es correcto. Exponerme desnudo ante quien mira, sin saber si su mirada es sincera me hace demasiado vulnerable para aquellos que después pudiesen pretender hacernos daño.


Mas yo no sé escribir de otra manera que no lleve a la pupila del lector mi sentimiento: “es la tarde un arco iris de colores a lo lejos en el rojo bermellón de este deseo”. Engañarme no podría, por eso escribo como pienso.


Aunque uno no quiera, acaba siempre escribiendo de uno mismo. Espero que en estos más de tres años en los que estoy a vuestro lado, amigos lectores, no haberos contado ya mi historia y poder continuar, cada quince días, haciéndolo.

miércoles, 13 de abril de 2011

Está en mi esencia

Complicarme la vida
está en mi esencia.
Inventarme un segundo diferente
para alcanzar la luna.
Y quebrar los sueños cada noche
en la vigilia de una nueva idea.

No estarme quieto ni un instante
a sabiendas de que el tiempo se me escapa
entre los dedos
y la vida es un tiempo impredecible
que nos puede sorprender
cuando menos lo esperemos.

Soñar cada segundo
por arrancarle un verso al minutero
que pretende ser estrofa de otros versos
en el intento final de ser poema.

La vida es un poema entre las manos
que nos haga soñar con que es posible
alcanzar la luna con los dedos,
inventarme un segundo diferente
y no estarme quieto ni un solo instante.

domingo, 3 de abril de 2011

Mi corazón con Japón

Todavía no había escrito nada sobre el desastre de Japón. Quizás mi mente haya estado asimilando, madurando, tamaña desgracia, imposible de asimilar, durante este tiempo.

De pronto, la naturaleza, nos muestra la evidencia de lo diminutos que somos. Apenas nada y nos creemos todo. Ha bastado que la tierra temblase para encoger los corazones de todos.

De repente, el mar ha elevado su posición por encima de lo habitual para arrastrar los sueños de tanta gente a un montón de lodo y de escombros.

¡Cuánto nos cuesta construir y qué sencillo es derribar! Ocurre como en las relaciones personales. Construimos una relación pasito a pasito y, de repente, una palabra en el lugar inoportuno de la frase es capaz de derribar los sentimientos cimentados a base de mimos y cariño.

Ante estas reflexiones me quedo con la voluntad de hierro, con la sensatez, con la cordura, con la resignación ¿por qué no?, con la tranquilidad, con la educación, con el ejemplo que los japoneses nos están dando a la sociedad mundial cada día.