
En circunstancias donde sobrevivir a cada instante es lo único que importa, occidente se lame las heridas provocadas por la crisis financiera con la impunidad de quienes nos hemos acostumbrado a contemplar el dolor ajeno desde nuestra atalaya de abundancia.
A ellos no les caben más lágrimas en los ojos porque lo han llorado todo y los veneros se han agrietado y secado en la indiferencia con la que los contemplamos a través del televisor.
A nosotros tampoco porque la distancia, la deshumanización con la que convivimos y el desconocimiento particularizado y personalizado ha cauterizado los sentimientos más básicos:
Hay días en los que no encuentro el sentido
a la existencia
para seguir, amor, aquí viviendo.
Me pesa el corazón a ras del viento
como pesa la tarde
a través de la ventana.
Hay días en los que no existe mañana
donde poner los ojos y el camino
en la distancia del verso que me falta...
a la existencia
para seguir, amor, aquí viviendo.
Me pesa el corazón a ras del viento
como pesa la tarde
a través de la ventana.
Hay días en los que no existe mañana
donde poner los ojos y el camino
en la distancia del verso que me falta...
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