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martes, 22 de marzo de 2011

Agua

Cangilones sedientos de esperanza

Me recuerdo pequeño y diminuto
- todavía casi nada –
sentado en el patio de mi casa
de la calle Don Jorge.
Mamá me encomendaba
vigilar el grifo y la tinaja
cuando daban el agua.

El sonoro sonido de aquel chorro
al caer desde el grifo a la tinaja,
(desde arriba en la distancia)
provocaba en mí un temor inesperado
de caverna ancestral.

Rugía en el vientre de barro
el líquido elemento
con la urgencia del tiempo de escasez
como un grito desgarrado
en la mañana.

Tan sólo era un niño
que aún no entendía nada.

Con el paso del tiempo
en cada esquina
y las noches de niebla en la ventana
el amor a esta tierra ha desbordado
cangilones sedientos de esperanza.

Aquel niño pequeño y diminuto
sigue estando vigilante en la tinaja.
Y en el cauce de sed de cada río
cristalino es mi verso
y blanca mi palabra.

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