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jueves, 20 de diciembre de 2012

Poemas para vivir cada día

Últimamente



Últimamente me invade por doquier

una sensación de circunstancialidad tan apremiante
que el tiempo se diluye a ritmo de desmayo.

En la ventana la tarde me dice
que las horas han discurrido a velocidad de vértigo
sin apenas darme cuenta de su existencia.

La existencia es un espacio demasiado breve.
De un tiempo a esta parte
ni siquiera soy capaz de sostenerme en los recuerdos.

Una inercia indescriptible me arrastra hacia el ocaso
y tengo la sensación constante de apenas rozar el suelo.

Ser o no ser.
Estar o no estar.
Me digo mientras apuro el último sorbo del café
como si en ello me estuviese yendo la vida.

Quizás ya nada tenga sentido
para dejarme llevar en mitad del tumulto.

Necesito la percepción del espacio de la infancia,
las interminables horas de una tarde de siega
y recuperar los olores de la gavilla en la lumbre;
la lentitud de los días
sobre mis ganas locas por crecer a cada instante:
-el sabor de los pueblos en la cal de mis ojos-.

Esta eventualidad me agota por completo.
Pareciera entonces que ya he dejado de ser.

Necesito soñar muchos sueños en un mismo sueño
para poder sentir que sigo aquí segundo a segundo.

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