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jueves, 9 de diciembre de 2010

La página en blanco

La pagina en blanco me reta desde su pureza a un nuevo encuentro. Varios días sin escribir en el blog se me hace demasiado tiempo, sobre todo porque después de estos dos meses de vida pareciera una falta de consideración a mis seguidores y una traición hacia el compromiso conmigo mismo.
Sin embargo, el vértigo diario me atrapa de tal manera que, a veces, me cuesta expresar las emociones que pretendo compartir.
Miro alrededor y diciembre me arrastra a velocidad de relámpago hacia el final de este complicado 2010. Y, no obstante, tengo la sensación de que todo ha pasado demasiado rápido; de que el concepto del tiempo se desborda en la línea albiazul de una sonrisa allende en lontananza.
Ser y existir. Estar y compartir. Amar y sentir. Anhelar cada mañana atrapar el segundo en el que habito con las ansias del descubrimiento y dejarme llevar por todo lo que acontece alrededor para empaparme por dentro el corazón de vida.
¿Qué más anhelo? Una mirada de sol en la pupila y un mundo en PAZ (sí, con mayúsculas) para sentirnos juntos.
Necesito escribir de lo cotidiano
porque en ello está la vida.

Necesito vivir en el detalle,
en la diferencia constante
de un segundo con otro.

Lo cotidiano nos inunda día a día
con su transcurrir sereno.

Sin embargo, a veces, nos dejamos llevar
por la inercia
de este flujo diario que nos empuja.
Y en el despiste del instante
no somos capaces de recapacitar
sobre lo grandioso del detalle
y de lo cotidiano.

Constantemente a nuestro alrededor
ocurren circunstancias
que con asiduedad nos pasan desapercibidas:
la brisa que acaricia tu sonrisa
al abrir el sol en la alborada,
el niño que nos mira en sus adentros
con ojos de sorpresa,
el coche que discurre por la calle,
un beso de amistad en una esquina
en labios de dos jóvenes…

Porque escribir de lo intranscendente
no es normal
ni tiene, acaso, sentido,
yo quiero desde ahora
vivir en los pormenores
que el instante me ofrece.

Si somos capaces de detenernos
y mirar con los ojos cristalinos
comprenderemos que en ello está la vida.

A veces bastaría tan sólo con saber escuchar
cómo suena el espacio que nos rodea
para entender que en lo inmediato
necesitamos vivir de lo cotidiano
para encontrar algo que nos sostenga
los versos que yo escribo.

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