Nos hemos vuelto indiferentes
Nos hemos vuelto indiferentes.
Sin darnos apenas cuenta
nos hemos ido deshumanizando
poco a poco.
Hablamos de globalidad
y cada vez somos más individuales.
Es difícil que algo nos conmueva
o nos emocione
Cerramos las fronteras a cal y canto
para que nadie nos perturbe
en la estabilidad conseguida,
sin detenernos a reflexionar siquiera
que hace tan sólo unos años
éramos nosotros
quienes llamábamos a la puerta
del futuro
y de la esperanza.
La ironía nos abunda
por doquier.
Con la excusa de la falta de papeles
excluimos
-aferrados en la fe-
a los que vienen con las manos tendidas
a nuestro encuentro.
Quizás hemos perdido
el sentido de las cosas
y el compromiso a diario.
Se hace necesario hablar de amor
a manos llenas
y corazón desprendido
en el entendimiento
de que tan sólo desde el amor
nos crecerá de nuevo
la humanidad que nos falta.